Al tratar sobre la manera de estudiar la situación nos referimos a las técnicas que se emplean para llegar a conocer y comprender esta realidad. La forma está condicionada por la finalidad que se pretende conseguir. Sobre la información que tenemos, sobre lo que sabemos, conviene plantearse qué más quiere conocerse, qué datos se deberán buscar y pedir. Esta segunda pregunta está condicionada por la finalidad del estudio.
Las características personales de los usuarios exigirán también un trato y una técnica diferenciada para poder estudiar la problemática que presentan. Por eso, la técnica aplicada en el campo relacional no sigue unas normas fijas. El trabajador social se ha de mostrar acogedor, ha de estar atento y esperar para permitir que el entrevistado pueda expresarse libremente.
La selección y relación de datos lleva a la formulación de hipótesis: suposiciones provisionales sobre hechos que se observan que serán confirmadas o rechazadas más adelante. El conocimiento teórico y la experiencia del trabajador social le permiten formular unas hipótesis sobre cuál es el núcleo central de la problemática.
Habiendo llegado a un cierto nivel de información, el profesional irá formulando preguntas dirigidas a comprobar y profundizar las hipótesis.
Las hipótesis basadas en las teorías remiten a aspectos básicos del funcionamiento individual y colectivo. Las hipótesis basadas en la experiencia son aquellas que surgen de un conocimiento basado en la repetición de hechos o constantes que el trabajador social observa en su trabajo. Las hipótesis basadas en la recogida de datos o en la observación corresponden a fenómenos que no se explican inicialmente por un proceso lógico, pero que se hacen evidentes al recoger datos sistemáticamente.
De las hipótesis que se plantean hay que saber diferenciar las que se pueden verificar, las que se pueden deducir y las que se quedarán siempre a nivel de probabilidad.
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