La lamentable situación del empleo social

La situación de empleo en el ámbito social muestra una lamentable y preocupante situación sobre la que poco se escribe. Ya conocemos los recortes sociales que las entidades han sufrido a todos los niveles, y que les han llevado a la supresión de diversos servicios o la desaparición total de actividad, pero hablo sobre lo que hay detrás de todo esto.

Estas entidades se ven muy limitadas a la hora de contratar personal profesional para sus servicios, y prefieren sustituirlos por voluntarios, en su mayoría sin formación, que realizan funciones especializadas para las que no están preparados. Este intrusismo viene amparado en parte por una ley de voluntariado en la que se escudan las entidades para ahorrarse unos cuantos sueldos. La desprofesionalización conlleva un servicio de mala calidad y cuestionable ética que se ha instalado en este desolador panorama.

La picaresca viene cuando son las propias entidades las que invitan a quienes buscan trabajo a realizar voluntariado para introducirse en su organización bajo mentiras y falsas promesas. Las personas, bastante desesperanzadas ante el mercado laboral, cubren un puesto de forma gratuita pensando que algún día le pagarán por ello. No conozco ningún ámbito profesional en el que se encomienden labores especializadas a personas sin formación o sin retribuirle por ello tanto como en nuestro ámbito social. Por el carácter histórico de ayuda altruista a los demás parece que nos hemos tenido que tragar esta situación que incluso ya normalizamos cuando nos topamos con ella.

Si a esto le unimos la falta de experiencia laboral (que no profesional) de unos jóvenes recién titulados, es evidente una falta absoluta de oportunidades para una generación muy preparada y motivada que no consigue encontrar un puesto de trabajo. Es imposible hacerlo cuando en cualquier oferta exigen alrededor de 2 años de trabajo, y en puesto similar. Todo ello viene de colectivos que exigen y luchan por una igualdad de derechos que no son capaces de poner en práctica a la hora de contratar nuevo personal. Curioso cuanto menos.

En conclusión, el deleznable y rastrero intrusismo que solo se da a estos niveles en nuestro ámbito, y la falta total de oportunidades a jóvenes sin experiencia laboral expulsa a un grandísimo número de personas a desechar la idea de trabajar en lo social. Más triste resulta cuando se prescinde de personas que estudiaron de forma absolutamente vocacional y se ven obligadas a trabajar de cualquier otra cosa por el hecho de conseguir un sueldo que necesitan para vivir.

La perseverancia, lucha y la formación son las únicas armas con las que contamos quienes tenemos bien claro que lo social es nuestra meta. Siempre hay que aspirar alto y saber que al menos por nuestra parte lo damos todo para poder dar lo mejor el día de mañana que, tened claro, llegará.



Este post surge como colaboración de Javier Espinosa a raíz de crear este vídeo, si queréis le podéis seguir a través de Jabega Social.

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